
Son cerca de las 8 de la noche cuando, parado frente al edificio del número 10 de la calle Erlanger en el elegante barrio de Passy, en París, un hombrecito extremadamente delgado, de muy baja estatura y rasgos asiáticos espera al taxi que ha pedido por teléfono. A su lado tiene dos valijas de buen tamaño y, servicial, el taxista baja del auto para ayudarlo a subirlas al baúl. Las valijas pesan, mucho, tanto que al subirlas el conductor le pregunta en broma:
Por: Infobae
-¿No llevará usted un muerto?
-¡Jajaja! No, son libros… – contesta el hombrecito y le pide que lo lleve hasta el Bois de Boulogne.
Al llegar, el taxista vuelve a ayudarlo y ve cómo el pasajero se aleja arrastrando las valijas. La escena es extraña, pero no le llama demasiado la atención: hay mucha gente rara en Paris y eso no es asunto suyo. Mientras tanto, Issei Sagawa, japonés, de 32 años, estudiante aventajado de Literatura inglesa en La Sorbona, se encamina con sus valijas hacia el lago. Cuando llega está sin aliento. Con esfuerzo empuja las dos valijas para que caigan por una pendiente hasta la orilla del agua. Está tan concentrado que en un primer momento no ve a la pareja que deja de hacer ejercicios y lo observa, intrigada por sus extrañas maniobras. Algo, quizás un presentimiento, le dice a Issei Sagawa que lo están mirando y levanta la cabeza. Entonces los ve y sale corriendo hasta perderse entre los árboles del bosque. Cuando se aleja, la pareja de deportistas se acerca hasta donde quedaron las valijas. Una de ellas ha quedado entreabierta y de ella se escapa una mano cubierta de sangre. Gritan y se alejan. No quieren ver más.
La valija del horror
La policía no demora en llegar. En la valija que quedó entreabierta, los agentes encuentran dos brazos amputados, dos piernas y la cabeza de una joven. Cuando abren la segunda, ven un torso. Llaman por radio para que vengan los forenses y, mientras esperan, interrogan a los horrorizados testigos. La autopsia revelará que se trata del cuerpo de una mujer joven, de tez blanca, y que le faltan algunas partes, como si se las hubiesen rebanado: un seno – el derecho – los labios, la punta de la nariz y toda la carne de la pierna derecha, de la que solo queda el fémur. Alojada en la cabeza encuentran una bala calibre .22.
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