
Fue un ataque de un asombroso ingenio: sin precedentes, amplio y que se gestó durante 18 meses.
Por BBC Mundo
El domingo, más de 100 drones ucranianos atacaron bases aéreas dentro de Rusia y los objetivos fueron bombarderos rusos de largo alcance con capacidad nuclear.
La magnitud de la operación, llamada «Tela de araña», se hizo evidente casi tan pronto como comenzó, con explosiones reportadas en varios husos horarios en el extenso territorio ruso, desde Murmansk, en el norte del Círculo Ártico, hasta la región de Amur, a más de 8.000 kilómetros de Ucrania.
El Ministerio de Defensa ruso confirmó que los ataques ocurrieron en cinco regiones de Rusia: Murmansk, Irkutsk, Ivanovo, Ryazan y Amur, pero afirmó que los bombarderos solo habían sufrido daños en Murmansk e Irkutsk, mientras que en otros lugares los ataques habrían sido repelidos.
En fotos publicadas poco después del ataque, se puede ver a Vasyl Maliuk, el jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), mientras observa un mapa satelital de campos de aviación en el que las bases en las ubicaciones mencionadas por Rusia son claramente identificables.
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