
El bombardeo de Estados Unidos a tres instalaciones nucleares en Irán el 22 de junio, conocido como “Operación Martillo de Medianoche”, podría generar consecuencias significativas para el régimen de Nicolás Maduro, dado que Irán es uno de sus principales aliados. La acción militar, que afectó los sitios de Fordo, Natanz e Isfahán, limita la capacidad de Teherán de proyectar influencia global, lo que podría repercutir en Venezuela en los ámbitos económico, militar y político.
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Económicamente, Venezuela depende de Irán para procesar y comercializar su petróleo sancionado. Desde 2020, Irán ha suministrado gasolina, diluyentes y repuestos para refinerías venezolanas, además de facilitar la exportación de crudo a través de redes que evaden sanciones. Un Irán debilitado por ataques y nuevas restricciones podría reducir esta cooperación, afectando los ingresos petroleros de Venezuela, que representan el 95% de sus exportaciones. Aunque los precios del crudo han subido tras el ataque, un cierre del Estrecho de Ormuz, vital para el comercio petrolero, podría interrumpir los envíos venezolanos, agravando la crisis económica.
Militarmente, la relación con Irán incluye transferencia de tecnología de drones y asesoría en seguridad. Venezuela ha adquirido drones Mohajer-6 y otros equipos iraníes para fortalecer su defensa y control interno. Si Irán enfrenta limitaciones en su industria militar debido a los daños en su infraestructura y sanciones adicionales, la capacidad de Maduro para modernizar su arsenal o reprimir protestas podría verse comprometida. Además, la presencia de grupos como Hezbollah, apoyados por Irán, podría disminuir, reduciendo la influencia de redes aliadas en el país.
Políticamente, el régimen de Maduro pierde un respaldo clave en foros internacionales. Irán ha defendido a Venezuela en la OPEP y en la ONU, ayudando a contrarrestar sanciones y aislamiento diplomático. Un Teherán debilitado podría priorizar su propia supervivencia, dejando a Maduro más expuesto a presiones de Estados Unidos y la comunidad internacional. Internamente, la oposición podría capitalizar esta situación para aumentar la presión sobre el gobierno.
El régimen enfrenta un escenario complejo: aunque un alza temporal en los precios del petróleo podría aliviar la presión económica, la pérdida de apoyo iraní a largo plazo amenaza su estabilidad.