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martes 17 de junio 2025
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Colombia en vilo: El atentado contra Miguel Uribe reabre viejas heridas y agita el panorama electoral (Video)


El reciente atentado contra el senador y precandidato presidencial colombiano Miguel Uribe ha encendido las alarmas en un país que, según muchos analistas, parece revivir las sombras de las décadas más violentas de su historia reciente. Así lo expresa Juan Carlos Restrepo, estratega político y experto en seguridad, en una entrevista para lapatilla, donde alerta sobre un clima de incertidumbre, polarización y debilidad institucional que amenaza el curso democrático en Colombia.

Por lapatilla

“Nos transportó a los años noventa”, dijo Restrepo, al referirse al intento de asesinato de Uribe, quien recibió dos disparos en la cabeza y uno en la pierna, y aún se debate entre la vida y la muerte. “Es un milagro que no haya muerto”, añadió.

La Colombia del déjà vu
El ataque contra Uribe, nieto del expresidente Julio César Turbay, recordó al país el sangriento periodo entre 1989 y 1990, cuando cuatro candidatos presidenciales fueron asesinados. El experto señala que aunque las circunstancias no sean exactamente las mismas, “el atentado ha despertado en los jóvenes una conciencia sobre lo que vivieron sus padres”.

“Ya entendí por qué mi mamá me llama diez veces cuando salgo en la noche”, citó Restrepo como un testimonio recurrente entre jóvenes que están experimentando por primera vez la zozobra como una condición cotidiana.

Un clima político degradado

Colombia se acerca a un nuevo ciclo electoral con múltiples aspirantes, partidos fragmentados y una ciudadanía desencantada. Restrepo advierte que el escenario está marcado por un “deterioro de los partidos políticos”, la proliferación de candidaturas independientes, y una retórica polarizante que ha sido alentada desde el propio poder.

“Petro no es un presidente de acuerdos. Se alimenta de la confrontación”, afirmó, en referencia al estilo del mandatario Gustavo Petro, a quien acusa de promover un discurso de victimización y deslegitimación institucional para movilizar a la calle y avanzar en una agenda de ruptura del orden constitucional.

Según Restrepo, el mandatario colombiano ha buscado “presionar a las cortes, bloquear la justicia y convocar a consulta populare” con el fin de imponer reformas que no han podido avanzar por vía legislativa. Entre ellas, una constituyente que, a juicio del analista, no cuenta con respaldo legal sólido pero sí con una narrativa peligrosa.

Seguridad y Estado debilitado

El atentado contra Uribe pone en evidencia, según el experto, una falla estructural en el aparato de protección del Estado. “Miguel pidió veinte veces mejoras a su esquema de seguridad y se lo negaron. Tenía escoltas mal entrenados. En cambio, el sicario que lo atacó hoy está protegido por 50 policías”, denunció Restrepo.

El contraste es más que simbólico. Para Restrepo, refleja un país en el que los grupos criminales avanzan sin control, especialmente en territorios donde se han asentado narcotraficantes, bandas armadas y carteles con conexiones regionales.
“Petro desmovilizó las fuerzas armadas de facto con su política de Paz Total. Les prohibió operar mientras ofrecía ceses al fuego y privilegios a grupos ilegales”, criticó.

Un acuerdo de paz convertido en huérfano

Al evaluar el proceso de paz firmado en 2016 con las FARC, Restrepo se muestra ambivalente. Reconoce que fue un acuerdo “diseñado de forma responsable” que logró la desmovilización de 15.000 combatientes, pero que quedó sin implementación real debido a la falta de voluntad política, primero en el gobierno de Iván Duque y luego en el de Petro.

“La guerra no nos dividió, la paz sí”, lamentó, aludiendo a cómo el acuerdo se convirtió en bandera política y símbolo de división nacional.
En contraste, la estrategia de Petro de firmar acuerdos simultáneos con todos los grupos armados ha generado más caos que soluciones. “Sin método, sin control y con incentivos perversos”, resumió.

Corrupción sistémica

El fenómeno de la corrupción no escapa al análisis. Restrepo fue enfático: es un gobierno donde la corrupción prolifera rápidamente
Casos como el del hijo de Petro, acusado de lavado de dinero y corrupción, o el de altos funcionarios aliados del gobierno, como Armando Benedetti y Laura Sarabia, han socavado la credibilidad del Ejecutivo.

El escándalo de la “compra” de presidentes del Congreso para aprobar reformas, usando recursos asignados para obras sociales en La Guajira, es, para Restrepo, el ejemplo más ilustrativo de una administración que sacrifica las instituciones en nombre del poder.
¿Hacia dónde va Colombia?

A un año de las elecciones presidenciales de 2026, el panorama es incierto. Restrepo prevé una campaña “intensa, violenta y virulenta”. Pese al atentado, ningún candidato se ha retirado, pero el miedo es palpable.

La fragmentación de la oposición también preocupa. “Todos los políticos quieren consenso, pero en torno a sí mismos”, ironizó. No ve con claridad una alianza opositora sólida, pese a que Petro conserva un núcleo duro del 30% de apoyo, “inamovible, casi blindado”.
El experto también alertó que, incluso si la oposición gana, Petro seguirá siendo un factor de poder. “Él no piensa solo en su mandato. Ya está trabajando para tener mayoría en el Congreso del 2026 y ser el líder de la oposición con una agenda de reforma constitucional permanente”.
Elecciones: ¿fraude o clientelismo?

Respecto al sistema electoral, Restrepo afirmó que Colombia no tiene voto electrónico, lo que hace difícil un fraude masivo institucional. Sin embargo, sí hay compra de votos en regiones como la costa atlántica, donde los clanes políticos dominan con clientelismo tradicional.
“El problema no es el sistema electoral, sino la cultura política. Las elecciones se ganan a punta de maletas llenas de dinero el mismo día de la votación”, apuntó.

La conversación con Juan Carlos Restrepo expone las fisuras profundas del sistema político colombiano y la fragilidad de su democracia frente al crimen, la corrupción y la polarización. En un contexto donde el Estado parece más preocupado por proteger a los criminales que a sus ciudadanos, la pregunta ya no es solo quién ganará en 2026, sino si el país podrá evitar otro ciclo de violencia institucionalizada.
“Estamos tramitando una tensión entre poderes que no se resolverá con una elección”, concluye Restrepo. “Porque el verdadero problema es que el sistema está siendo desafiado desde adentro”.

 

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