
“¿Qué hago? ¿Me voy a la policía y digo: ‘Revísenme los tatuajes con tiempo. No soy un criminal’?”. Nassi está desesperado con las noticias sobre inmigrantes venezolanos tatuados que han sido deportados desde Estados Unidos a una megacárcel de El Salvador como supuestos miembros del Tren de Aragua, una banda criminal nacida en Venezuela. Nassi tiene tatuajes en todo el cuello y parte de los brazos. ”Me hice unas notas musicales en la muñeca. El signo Piscis y el signo Libra. Me tatué las patitas de mi perrita pitbull, que murió. Una brújula. El rayito de Harry Potter. Y me tatué unas cicatrices que tenía en el cuello para mejorar mi imagen”. Él es un venezolano de Maracaibo —la mayor ciudad del occidente del país—, bailarín por convicción. Allá daba clases de “danza urbana” a chicas de secundaria. Primero migró a Perú, viajó a México y en julio de 2022 se entregó a agentes de la patrulla fronteriza en Arizona para entrar a Estados Unidos. A finales de 2024 recibió un permiso temporal para quedarse y trabajar, que vence este 7 de abril.