Brasil pudo saborear el domingo por la noche uno de esos triunfos dulces y planetarios que antes le brindaba el fútbol. Aún Estoy Aquí, del cineasta Walter Salles, fue coronada en los Oscars como la mejor película internacional en una victoria histórica para Brasil, que nunca en casi cien años había sido premiada por la Academia en Hollywood. De paso, el país se sacudía el arraigado complejo de inferioridad. “Este premio es para una mujer que, después de la pérdida que sufrió a causa de un régimen autoritario, decidió no doblegarse y resistir. Este premio es para ella, su nombre era Eunice Paiva”, dijo Salles, de 68 años, al recoger el premio por el drama que narra la historia real una familia sacudida por la desaparición de su esposo y padre durante la dictadura brasileña. Director consagrado en su tierra y con una amplia carrera internacional, el cineasta hizo felices a sus compatriotas, que aparcaron durante unas horas el carnaval para seguir la ceremonia. Cuando la española Penélope Cruz leyó el nombre del vencedor, Brasil estalló en gritos de euforia en calles, hogares y en el sambódromo de Río de Janeiro.
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