A dos meses de que se desencadene el tsunami que promete ser la segunda Administración de Donald Trump con su toma de posesión el 20 de enero, Joe Biden y su Gobierno tratan de rescatar y blindar lo más posible su política exterior. Una política que el presidente de EE UU aspira a dejar como parte de su legado: una primera potencia internacional garante del orden multilateral y al frente de una tupida red de alianzas en todo el mundo, como refleja su defensa junto a Europa y la OTAN de Ucrania frente a la invasión de Rusia. Este mismo domingo, Biden ha autorizado a Kiev que use armas de largo alcance estadounidenses para atacar en territorio ruso, según medios estadounidenses. Un cambio de gran calado en su política.
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