Ese es el título que el profesor universitario MAX WEBER (economista, sociólogo, historiador) dio a su memorable obra publicada en 1904 y que está en la cúspide de las Ciencias Sociales.
En ella explicó el surgimiento del Capitalismo a partir de la esfera de la cultura -específicamente por la moral de la religión protestante nacida de Lutero y Calvino- y no desde la economía. O sea, el capitalismo fue una creación humana surgida buena medida de los valores del protestantismo.
En esta perspectiva religiosa el trabajo duro era visto con buenos ojos, como el medio para enriquecerse las personas y para acumular riqueza. Dicha perspectiva iba en sentido contrario a la noción materialista de la historia expuesta por MARX y a su idea de que la riqueza se explica por esfera económica y proviene de explotación en las fábricas de los obreros por parte de los capitalistas.
La realidad histórica dio la razón a WEBER con el desarrollo del capitalismo en el norte de Europa. Weber fue un científico social, MARX en cambio fue un ideólogo que defendió la idea de que el capitalismo sería sustituido por el socialismo debido al desajuste que habría entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción.
Aunque no surgió por ese camino, al llegar el comunismo a Rusia en 1917 parecía confirmarse la profecía marxista.
Pero la URSS desapareció en 1991 y el marxismo quedó descalificado como enfoque de la historia.
Lamentablemente la obra de Weber, su ÈTICA PROTESTANTE, no llegó a América Latina donde prevalecían las ideas católicas con su culto a la pobreza. Y luego al ser cooptadas desde 1959 sus ciencias sociales en las universidades por el Castrocomunismo analfabetizador.