El asesinato en Washington de dos empleados de la embajada israelí en la madrugada de ayer es un crimen injustificable que merece una condena rotunda sin matizaciones. La terrible situación en la Franja de Gaza no puede validar un acto de esa naturaleza, entre otras cosas, porque recurre a la misma dinámica que supuestamente pretende denunciar, no contribuye en absoluto a una resolución pacífica de la guerra e incide en una espiral de violencia que no debe progresar.
