Confieso mi profunda admiración y respeto por el pueblo estadounidense, un país con instituciones sólidas, fundado por inmigrantes que con esfuerzo y trabajo han convertido a Estados Unidos en la primera potencia del mundo.
Sin embargo, aquí en los Estados Unidos desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca a cambiado el escenario interno en el gran país del norte de una forma que muchos no esperábamos.
Una de sus prioridades desde que comenzó su segundo mandato fue aplicar medidas estrictas a la inmigración, con una continua y feroz campaña en contra los inmigrantes en especial los que llegan de América Latina.
Trump ha promulgado un conjunto de órdenes ejecutivas para detener la invasión de inmigrantes indocumentados.
El mandatario norteamericano ha limitado fuertemente el acceso a los pedidos de asilos políticos y ha puesto fin a las protecciones humanitarias temporales de haitianos, cubanos, nicaragüenses y venezolanos.
Está última medida contradice su retórica y su política de sanciones en contra de la tiranías de Venezuela y Cuba.
Trump ha prometido deportar millones de inmigrantes que huyen de la inseguridad, de la falta de libertad, de la pobreza estructural que reinan en sus países de origen.
“El que no tenga permiso legal de permanencia en los Estados Unidos ,debe salir” y se ha ordenado a los funcionarios del Servicio de Integración y Control de Aduanas, el temido ICE, aumentar considerablemente la cantidad de personas arrestadas para llegar al menos a mil 500 al día. Para lograr este objetivo la Casa Blanca a movilizado funcionarios del FBI y la DEA para dar apoyo a ICE.
Aumentando esa campaña de terror y de barbarie Trump acaba de inaugurar un nuevo centro de detención en los humedales de Everglades para recluir inmigrantes en un sitio inhóspito, en medio de calurosos pantanos, plagados de hambrientos mosquitos y cocodrilos.
El nuevo sitio de reclusión ha sido llamado ‘Alligator Alcatraz” haciendo alusión a la tristemente célebre prisión de Alcatraz un penal de máxima seguridad, cerrado en 1963, del cual era imposible escapar.
La palabra Alligator quiere decir caimán, y en efecto, cualquiera que intente escapar de la nueva prisión en los humedales de Florida deberá enfrentar peligrosos pantanos infestados de feroces cocodrilos.
Pareciera que a Trump no le importara la violación de los derechos humanos de los detenidos en ese infierno, es definitivamente, una política xenofaga y racista.
Muchos inmigrantes llegan a los Estados Unidos en busca de trabajo, de mejorar su situación económica y la de su familia o huyendo de la violencia y la persecución política.
Los que cometen delitos constituyen un porcentaje muy bajo, muchos de los arrestados por ICE no tienen ni siquiera antecedentes penales.
La infame prisión de Alcatraz Alligator es un símbolo de la persecución migratoria extremista que ha generado el terror en la gran nación de los inmigrantes.
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