En el contexto político venezolano, caracterizado por la represión y la manipulación mediática, ha surgido una estrategia de resistencia que prioriza la acción táctica sobre la exposición pública. La reciente «Operación Guacamaya», extracción clandestina de disidentes políticos refugiados en la embajada de argentina en Caracas, ejemplifica este enfoque. Liderada por María Corina Machado, esta operación subraya la eficacia de la inteligencia estratégica y la ejecución discreta en la lucha contra un régimen autoritario.
Es de destacar que, la «Operación Guacamaya» no fue solo un rescate, sino una demostración de capacidad operativa y un desafío directo al aparato de seguridad del Estado. En este sentido, la estrategia de Machado se basa en la acción directa, diseñando operaciones tácticas que debilitan el control del régimen en lugar de depender exclusivamente de la retórica política o de confrontación abierta. Es importante señalar que el éxito de la operación revela una red de inteligencia sólida y una logística eficiente, fundamentales para confrontar un régimen represivo. Al sortear la vigilancia estatal, esta acción generó un impacto psicológico en el régimen, cuestionando su supuesto dominio absoluto.
Es evidente que la resistencia política en Venezuela requiere una coalición amplia y una movilización estratégica. En este orden de ideas, Omar González Moreno, exiliado político y figura clave en Vente Venezuela, enfatiza la necesidad de forjar alianzas con organizaciones políticas y sociales para ampliar el respaldo y coordinar esfuerzos. Esta acción debe abarcar todo el ámbito territorial, promoviendo la participación ciudadana en cada comunidad. En consecuencia, la «Operación Guacamaya» se erige como un modelo para futuras acciones, demostrando la viabilidad de estrategias de acción directa. Es esencial construir una narrativa que inspire esperanza y motive a la población, a pesar de las adversidades.
La lucha por la libertad en Venezuela se desarrolla en un escenario de marcada asimetría de poder, donde el régimen monopoliza los recursos y el aparato coercitivo del Estado. Dicha situación exige estrategias asimétricas por parte de la oposición. La población venezolana, desencantada por promesas políticas vacías, valora las acciones concretas. La unidad de la oposición es crucial para maximizar el impacto de estas iniciativas.
La estrategia de acción silenciosa, ejemplificada por la «Operación Guacamaya», constituye un paradigma de resistencia adaptada a la realidad venezolana. Por lo tanto, esta lucha, impulsada por la determinación y la coordinación estratégica, tiene como meta una transición hacia la democracia. En este contexto, el liderazgo de figuras como María Corina Machado y Omar González Moreno, junto con la organización de la sociedad civil, es fundamental para sentar las bases de la libertad de Venezuela.