
El pasado 4 de septiembre de 2025, un jurado de Florida dictó un veredicto que puso fin a más de una década de investigaciones: Donna Adelson, una abuela de 75 años, fue declarada culpable de orquestrar el asesinato de su ex yerno, Daniel Markel, en un complejo plan de sicariato motivado por una disputa de custodia que la obsesionaba.
Por Clarín
El crimen que cambió todo
La historia comenzó en 2014, cuando Daniel Markel, un prestigioso profesor de derecho de la Universidad Estatal de Florida graduado de Harvard, fue ejecutado a balazos en la entrada de su casa en Tallahassee. El académico de 41 años acababa de regresar del gimnasio cuando dos sicarios lo esperaban para cumplir un encargo que había sido pagado por su propia familia política.
El móvil del crimen era tan simple como perturbador: Markel se oponía firmemente a que su ex esposa, Wendi Adelson, se mudara con sus dos hijos pequeños desde Tallahassee hacia el sur de Florida, donde vivía el resto de la familia Adelson. Un juez había fallado a favor del profesor, determinando que los niños no podían ser relocalizados a más de 600 kilómetros de distancia de su padre.
La matriarca detrás del plan
Durante el juicio, que mantuvo en vilo a Florida durante semanas, los fiscales presentaron un retrato devastador de Donna Adelson como la mente maestra detrás de una conspiración familiar. Según la fiscalía, la mujer de 75 años no podía soportar que un «extraño» -como consideraba a Markel- impidiera que sus nietos vivieran cerca de ella.
«Donna Adelson fue la fuerza motriz detrás de esta conspiración familiar que llevó al asesinato de Markel en 2014», argumentó la fiscal Georgia Cappleman durante los alegatos finales. La acusación sostuvo que la matriarca, junto con su hijo Charlie Adelson, orquestaron y financiaron el plan de asesinato para que Wendi pudiera obtener la custodia completa de los niños y comenzar una nueva vida en el sur de Florida.
El asesinato de Daniel Markel: un plan que tomó años en desarrollarse
El caso reveló los escalofriantes detalles de cómo una familia acomodada de Florida se convirtió en una organización criminal. Los investigadores documentaron conversaciones donde se discutía abiertamente el «problema» que representaba Markel y cómo «solucionarlo» de forma permanente.
Tras la muerte de Markel, los eventos se desarrollaron exactamente como la familia había planeado: Donna y su esposo Harvey se llevaron a los niños de vuelta al sur de Florida, se les otorgó la reubicación, los menores no asistieron al funeral de su padre en Canadá y, en menos de un año, sus nombres fueron cambiados a Adelson, borrando efectivamente el rastro de su padre biológico.
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