La Operación Martillo de Medianoche, lanzada en la madrugada de este domingo por Donald Trump contra Irán, tenía por objetivo destruir las principales instalaciones nucleares del país e impedir que pueda desarrollar una bomba atómica. «Fordo está destruido», proclamó el presidente en su primer mensaje después de que las fuerzas estadounidenses completaran lo que calificó de «muy exitoso ataque» contra esa planta subtérranea, así como las de Natanz e Isfahán.
Por Manuel Trillo y José Ignacio de la Torre / abc.es
En el caso de Fordo y Natanz, EE.UU. empleó las bombas GBU-57 Penetrator, capaces de atravesar decenas de metros de roca para alcanzar su objetivo y que fueron lanzadas desde aviones norteamericanos B-2.
El secretario de Estado, Marco Rubio, dejó bien claro poco después que el propósito de esta misión era muy preciso y tenía como objetivos esos tres sitios nucleares. «Esto no era un movimiento para un cambio de régimen. Esto estaba diseñado para degradar y/o destruir tres sitios nucleares relacionados con sus ambiciones de contar con armamento nuclear», explicó el jefe de la diplomacia de EE.UU. en una entrevista con la cadena de televisión CBS. En este sentido, explicó que Irán disponía ya de uranio enriquecido al 60%, de manera que se encontraba «a un paso» de contar con una bomba atómica, para la que es necesaria una pureza del 90%. Según Rubio, el objetivo de la operación se completó de forma «devastadora».
En esa misma línea, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aseveró en una conferencia de prensa en el Pentágono: «Devastamos el programa nuclear iraní».
Sin embargo, no está claro hasta qué punto el ataque de este fin de semana ha conseguido acabar con la capacidad iraní de desarrollar un arma nuclear.
El vicepresidente estadounidense, J. D. Vance, señaló: «No quiero entrar en detalles de inteligencia sensibles, pero sabemos que anoche retrasamos considerablemente el programa nuclear iraní, ya sea años o incluso más». Según aseguró a la NBC, «pasarán muchos, muchos años antes de que los iraníes sean capaces de desarrollar un arma nuclear».
Pero diversos expertos plantean dudas sobre el punto en que se encuentra el programa nuclear de Teherán tras la Operación Martillo de Medianoche.
«Podemos suponer razonablemente que las centrifugadoras en Fordo y Natanz fueron destruidas», señala Richard Nephew, exnegociador con Irán durante los gobiernos de Biden y Obama, en una entrevista con el diario ‘Wall Street Journal’, «pero aún no sabemos si se trata de todas las centrifugadoras. Y desconocemos qué pudieron haber extraído antes del ataque, especialmente las reservas de uranio enriquecido de Irán».
De acuerdo con ‘The New York Times’, hay crecientes evidencias de que los iraníes, ante las amenazas de acciones militares por parte de Trump, habían retirado unos 400 kilos de uranio enriquecido al 60%, que caben en los maleteros de diez coches.
Con tal porcentaje de enriquecimiento, según el experto nuclear consultado por ABC, Francisco Tarín, «Irán no tardaría más de un mes o dos en alcanzar el ‘bomb grade’ (grado de bomba)», situado en el 90%. Aunque, matiza, después de alcanzar este punto, todavía deberían convertirlo en metal y miniaturizarlo para poder montar la ojiva, para lo que Tarín considera que no les demoraría «más de un año».
Daños en Fordo
Las imágenes de satélite publicadas tras el ataque muestran grandes cráteres en el sitio de Fordo y estrategas militares estadounidenses e israelíes consideran que ha sufrido graves daños, si bien no ha quedado completamente destruido.
El director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, asegura que se cree que la instalación ha sufrido un daño «muy significativo», dadas la carga explosiva utilizada y «lo extremadamente sensible a las vibraciones» que son las centrifugadoras. No obstante, en este momento «nadie, incluida la OIEA, está en posición de valorar completamente los daños bajo tierra de Fordo», por lo que Grossi ha pedido acceso a esas instalaciones por parte de los inspectores de la entidad que dirige.
Dos funcionarios israelíes con conocimiento de inteligencia indican que Irán habría trasladado equipo y uranio de Fordo en los últimos días, según ‘The New York Times’.
Además, antes del ataque, en las imágenes de satélite se apreciaban 16 camiones situados junto a la entrada de unos túneles que llevan a la montaña de Fordo, que podrían haber servido para preparar a la instalación para el bombardeo, según un análisis de Open Source Centre de Londres. No está claro, sin embargo, si se llegó a retirar parte de la maquinaria, puesto que las enormes centrifugadoras que purifican el uranio están contectadas por tuberias y atornillasas al suelo, apunta ‘The New York Times’.
Ese uranio enriquecido se había almacenado también en el complejo de Isfahan y, según el citado medio neoyorquino, el propio director del Organismo Internacional de la Energía Atómica señaló en un mensaje de texto que el combustible había sido visto por última vez por sus equipos de inspectores una semana antes de que Israel comenzara a atacar a Irán el pasado 13 de junio. En una entrevista con CNN, señaló que «Irán no ha ocultado que ha protegido este material» y, al ser preguntado si se refería a que las reservas de combustible se habían trasladado, respondió «sí», informa ‘The New York Times’. Si eso fuera así, explica ese medio, Isfahán no sería el único lugar donde los responsables del programa nuclear iraní estarían tratando de trasladar equipos y materiales fuera de la vista y reforzar la planta de Fordo para proteger lo que debía permanecer.
Irán ha sido, para los inspectores del OIEA, un caso paradigmático. El experto nuclear Tarín cuenta que los inspectores del organismo suelen acceder a investigar únicamente «en las instalaciones pacíficas» de aquellos países adscritos al Tratado de No Proliferación nuclear (TNP). Sin embargo, han conseguido avisar de ese uranio enriquecido al 60% en las instalaciones de la república islámica.
Mick Mulroy, un antiguo funcionario del Pentágono en el primer mandato de Trump y exmiembro de la CIA citado por ‘The New York Times’, concluye: «Con el tipo y la cantidad de munición empleada, es probable que se frene el programa nuclear iraní entre dos y cinco años».
EE.UU. e Israel han fijado las centrifugadoras como objetivo militar, dado que «si se paran y las tienen que arrancar de nuevo, ahí es cuando se pueden romper», explica Tarín. Otra opción que el experto nuclear valora es que «si le atacas el suministro eléctrico, como aparentemente hicieron, es posible que se rompan. Aunque lograran repararlas, sigues retrasando su programa».